Origen de la Medicina - Por Antonio Pinheiro Guedes

Libro Ciencia Espírita
La medicina, como arte de curar, es hija legítima del Espiritismo.

Extraña, osada y paradojal parecerá esa proposición a aquellos que no conocen la doctrina espiritista e ignoran los orígenes de la ciencia hipocrática.

La historia, sin embargo, da testimonio y pruebas de su veracidad; no obstante el velo de longevidad, brumas de los tiempos idos envuelven en un manto de tinieblas el inicio, los orígenes de todas las artes, defecto de todas las cosas.

La crítica, sin embargo, armada de fino análisis, rasga esos velos; y, si ella no lo pudiere hacer, la Razón, analizando los hechos, procurando analogías, sopesándole el valor, crea focos de luz que iluminan las tinieblas, disipan las brumas.


Recorriendo los dominios de la Historia, penetramos en el territorio de la Mitología, donde la Imaginación – artista incomparable – crea leyendas misteriosas, envolviendo la verdad en ropajes fantásticos, que la velan y esconden a los ojos inexpertos; ahí, en esa región, donde domina la fantasía como reina absoluta, vamos encontrar la cuna de la Medicina, en los templos erguidos en honra de Esculapio, el creador del arte de curar, el dios de la Medicina.



Los oficiantes de esos templos, sus sacerdotes, eran llamados Asclepiadeos, del nombre de Esculapio – Asklepios, en griego – y así también eran denominados los templos, donde los enfermos iban a  pedir remedios para sus males; y también, cuando curados, venían a dar testimonio de gratitud, la descripción de sus sufrimientos y la indicación de los remedios con que se curaban.

Entre otros lugares, la isla de Cós, patria de Hipócrates, poseía uno de esos templos. Fue ahí, muy naturalmente, que el Padre de la Medicina encontró los materiales con que su gran espíritu construyó las bases de la ciencia médica.


No sólo en Cos, sino en Epidauro, Siracusa, Pérgamo, Esmirna y Atenas, pero también en Delfos, ciertamente, donde había el más célebre de los templos, cuyo oficio divino – divinum esto pus sedare dolorem – era la cura de las molestias, fue Hipócrates a buscar las primeras nociones de la divina Arte de Curar.


Si, en Cós y en las otras ciudades donde había Asclepios, templos de Esculapio, eran sacerdotes que oficiaban, discípulos o descendientes de Esculapio, así no era en Delfos; y esto es importante sobre nuestro punto de vista, es argumento llave  de bóveda; en Delfos, cuyo templo era dedicado a Apolo, el oficiante era una Pitonisa.


La Pitonisa, sacerdotisa de Apolo, era una mujer del pueblo, de condición humilde, obscura, sin instrucción ni educación, virgen o vieja, recogida al templo donde permanecía aislada, sólo profería los oráculos en ciertos días sentada en el trípode, bajo el cual había una abertura o hendidura en el suelo, de donde subían vapores aromáticos; y así sumergida en una atmósfera de perfumes era tomada de fortísima agitación, y entonces comenzaba a hablar, emitiendo oráculos, o respuestas a las interrogaciones que le eran dirigidas, o sentencias, que eran religiosamente registradas y guardadas por los sacerdotes u oficiantes del tempo.


La Pitonisa, es, por lo tanto, un Médium.

Esa era la convicción de los sacerdotes y del pueblo, que creían ser un espíritu divino que les hablaba por intermedio de aquella mujer.
Así pues, la Medicina, como arte de curar, tiene su origen en las revelaciones de los Espíritus.

 — o — — o — — o — — o — — o —

Afirmé y demostré que la Medicina, como arte de curar, se debe a la comunicación de   los Espíritus; y lo hice basándome en la Historia.


Esa argumentación, no obstante, a mi ver, no es la mejor;  constituye apenas un elemento de convicción;  la ratione, me parece, la demostración y mas co

mprensible, mas convincente, cala en lo mas hondo, se torna incontestable; sus argumentos, los elementos de convicción se encuentran en toda parte, solamente es preciso saber verlos.

Así: el dolor, el sufrimiento, la molestia, - nadie lo contestará, nadie, intentará siquiera, ponerlo en duda - , son contingencias de la vida inherentes a la criatura; son consecuencia inevitable, casi necesaria de la lucha del viviente con la Naturaleza; del organismo con el ambiente o medio en que surge y se desenvuelve.

El dolor material o moral, un sufrimiento cualquiera es, desgraciadamente, una necesidad de la vida, sin eso no habría progreso; pues que este producto de la actividad por la libertad tiene su origen en la necesidad, que significa falta; falta que representa un sufrimiento; sufrimiento que traduce el dolor.

La existencia de la primera familia humana fue, ciertamente, la más precaria que se pueda imaginar.

Seres débiles, ignorantes, desprovistos de todo, sujetos a las intemperies y a las mil vicisitudes de la vida; el dolor, el sufrimiento, la molestia, fueron, sin duda, sus compañeros desde los primeros años.
Libro Ciencia Espírita

¿En tales condiciones, como proveer sus necesidades? - ¿Cómo conjurar sus males, obviar el sufrimiento, aliviar el dolor?

La observación que todavía se da en nuestros días, de los hechos que ocurren por toda parte, cotidianamente, responde a esas interrogaciones.

Cuando sentimos un dolor llevamos la mano al sitio dolorido, instintiva, automáticamente, o para alejar la causa o para alivio.

Es por esa razón, indudablemente, que la Mitología da al padre o maestro de Esculapio el nombre de Chyron; nombre derivado del vocabulario griego, que significa mano.


El salvaje recurre al Pajé, que es el sacerdote, el intermediario entre él y la divinidad; aquel que habla con Tupá, de quien recibe órdenes y bálsamos.

Todavía más: quien se siente herido, aquel a quien el dolor punge; ese grita socorro, mismo encontrándose solo en un desierto; pide, implora auxilio: auxilio que solo puede venir de la sabiduría y del poder infinito, que es Dios, por intermedio de los ejecutores de su voluntad que son los espíritus.

Dios, inteligencia suprema, alma del Universo, sólo acciona indirectamente, puesto que está presente en toda parte.

Así como el espíritu humano está en todo el cuerpo, que es creación suya, y sólo acciona por intermedio de los nervios; así también se puede afirmar, por analogía, que Dios, inteligencia suprema, alma del Universo, que es la creación suya, sólo acciona indirectamente.


Y pues, sea apelando para el auxilio divino directo, instintivamente, lo que quiere decir por intuición o sugestión, porque el instinto es facultad intelecto del espíritu; ya sea recorriendo a un intermediario, el hombre primitivo solamente encontró recursos para dominar sus males en la intervención directa o indirecta de los espíritus.

Y, por lo tanto, la Medicina, como arte de curar, es hija legítima del Espiritismo.

Origen de la Medicina
Por Antonio Pinheiro Guedes
Traducido al español por Adelina González