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Libro Ciencia Espírita |
La
medicina, como arte de curar, es hija legítima del Espiritismo.
Extraña,
osada y paradojal parecerá esa proposición a aquellos que no conocen la
doctrina espiritista e ignoran los orígenes de la ciencia hipocrática.
La
historia, sin embargo, da testimonio y pruebas de su veracidad; no obstante el
velo de longevidad, brumas de los tiempos idos envuelven en un manto de
tinieblas el inicio, los orígenes de todas las artes, defecto de todas las
cosas.
La
crítica, sin embargo, armada de fino análisis, rasga esos velos; y, si ella no
lo pudiere hacer, la Razón ,
analizando los hechos, procurando analogías, sopesándole el valor, crea focos
de luz que iluminan las tinieblas, disipan las brumas.
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Recorriendo
los dominios de la Historia ,
penetramos en el territorio de la
Mitología , donde la Imaginación – artista incomparable – crea leyendas
misteriosas, envolviendo la verdad en ropajes fantásticos, que la velan y
esconden a los ojos inexpertos; ahí, en esa región, donde domina la fantasía
como reina absoluta, vamos encontrar la cuna de la Medicina , en los templos
erguidos en honra de Esculapio, el creador del arte de curar, el dios de la Medicina.
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Los
oficiantes de esos templos, sus sacerdotes, eran llamados Asclepiadeos, del
nombre de Esculapio – Asklepios, en griego – y así también eran denominados los
templos, donde los enfermos iban a pedir
remedios para sus males; y también, cuando curados, venían a dar testimonio de
gratitud, la descripción de sus sufrimientos y la indicación de los remedios
con que se curaban.
Entre
otros lugares, la isla de Cós, patria de Hipócrates, poseía uno de esos
templos. Fue ahí, muy naturalmente, que el Padre de la Medicina encontró los
materiales con que su gran espíritu construyó las bases de la ciencia médica.
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No
sólo en Cos, sino en Epidauro, Siracusa, Pérgamo, Esmirna y Atenas, pero
también en Delfos, ciertamente, donde había el más célebre de los templos, cuyo
oficio divino – divinum esto pus sedare dolorem – era la cura de las molestias,
fue Hipócrates a buscar las primeras nociones de la divina Arte de Curar.
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Si,
en Cós y en las otras ciudades donde había Asclepios, templos de Esculapio,
eran sacerdotes que oficiaban, discípulos o descendientes de Esculapio, así no
era en Delfos; y esto es importante sobre nuestro punto de vista, es argumento
llave de bóveda; en Delfos, cuyo templo
era dedicado a Apolo, el oficiante era una Pitonisa.
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Esa
era la convicción de los sacerdotes y del pueblo, que creían ser un espíritu
divino que les hablaba por intermedio de aquella mujer.
Así
pues, la Medicina ,
como arte de curar, tiene su origen en las revelaciones de los Espíritus.
— o — — o — — o — — o — — o —
Afirmé
y demostré que la Medicina ,
como arte de curar, se debe a la comunicación de los Espíritus; y lo hice basándome en la Historia.
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Esa
argumentación, no obstante, a mi ver, no es la mejor; constituye apenas un elemento de convicción; la ratione, me parece, la demostración y mas
co
mprensible, mas convincente, cala en lo mas hondo, se torna incontestable;
sus argumentos, los elementos de convicción se encuentran en toda parte,
solamente es preciso saber verlos.
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Así:
el dolor, el sufrimiento, la molestia, - nadie lo contestará, nadie, intentará
siquiera, ponerlo en duda - , son contingencias de la vida inherentes a la
criatura; son consecuencia inevitable, casi necesaria de la lucha del viviente
con la Naturaleza ;
del organismo con el ambiente o medio en que surge y se desenvuelve.
El
dolor material o moral, un sufrimiento cualquiera es, desgraciadamente, una
necesidad de la vida, sin eso no habría progreso; pues que este producto de la
actividad por la libertad tiene su origen en la necesidad, que significa falta;
falta que representa un sufrimiento; sufrimiento que traduce el dolor.
La
existencia de la primera familia humana fue, ciertamente, la más precaria que
se pueda imaginar.
Seres
débiles, ignorantes, desprovistos de todo, sujetos a las intemperies y a las
mil vicisitudes de la vida; el dolor, el sufrimiento, la molestia, fueron, sin
duda, sus compañeros desde los primeros años.
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¿En
tales condiciones, como proveer sus necesidades? - ¿Cómo conjurar sus males,
obviar el sufrimiento, aliviar el dolor?
La
observación que todavía se da en nuestros días, de los hechos que ocurren por
toda parte, cotidianamente, responde a esas interrogaciones.
Cuando
sentimos un dolor llevamos la mano al sitio dolorido, instintiva,
automáticamente, o para alejar la causa o para alivio.
Es
por esa razón, indudablemente, que la Mitología da al padre o maestro de Esculapio el
nombre de Chyron; nombre derivado del vocabulario griego, que significa mano.
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El
salvaje recurre al Pajé, que es el sacerdote, el intermediario entre él y la
divinidad; aquel que habla con Tupá, de quien recibe órdenes y bálsamos.
Todavía
más: quien se siente herido, aquel a quien el dolor punge; ese grita socorro, mismo
encontrándose solo en un desierto; pide, implora auxilio: auxilio que solo
puede venir de la sabiduría y del poder infinito, que es Dios, por intermedio
de los ejecutores de su voluntad que son los espíritus.
Dios,
inteligencia suprema, alma del Universo, sólo acciona indirectamente, puesto
que está presente en toda parte.
Así
como el espíritu humano está en todo el cuerpo, que es creación suya, y sólo acciona
por intermedio de los nervios; así también se puede afirmar, por analogía, que
Dios, inteligencia suprema, alma del Universo, que es la creación suya, sólo
acciona indirectamente.
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Y pues,
sea apelando para el auxilio divino directo, instintivamente, lo que quiere
decir por intuición o sugestión, porque el instinto es facultad intelecto del
espíritu; ya sea recorriendo a un intermediario, el hombre primitivo solamente
encontró recursos para dominar sus males en la intervención directa o indirecta
de los espíritus.
Y,
por lo tanto, la Medicina ,
como arte de curar, es hija legítima del Espiritismo.
Origen
de la Medicina
Por
Antonio Pinheiro Guedes
Traducido al español por Adelina
González