Muchos intentos han sido
hechos por diversas escuelas filosóficas para explicar lo que son Fuerza y
Materia, en su concepción genérica. De modo general, esas explicaciones no convincentes e
insatisfactorias, contribuyeron en muchos casos, para aumentar la confusión y
la duda existente en el ser humano con respecto a la vida en su aspecto más
profundo.
Fuerza y Materia constituyen
tema que puede ser comprendido sin grandes reflexiones teóricas, por los
principios racionalistas cristianos.
Afirma el Racionalismo
Cristiano que el Universo está compuesto de Fuerza y Materia. La Fuerza es
el principio inteligente, inmaterial, activo y transformador. La Materia es el
elemento pasivo y maleable. En la doctrina racionalista cristiana, el principio
inteligente es también designado frecuentemente: Fuerza Creadora, Gran Foco o
Inteligencia Universal.
En el binomio Fuerza y Materia
se resume y se explica la vida en su aspecto amplio. El progreso de
su conocimiento reduce los errores en que tantos inciden.
Y ¿Qué es la vida sino la
acción permanente de la Fuerza sobre la Materia?
La Materia es el campo de
manifestación de la Fuerza. El análisis de informaciones obtenidas por personas
dotadas de alta percepción sensorial, (más conocida como mediumnidad), indica que
existen varias categorías de materia, con diferentes estados de densidad. Esas categorías caracterizan campos de
energía, con funciones específicas relacionadas al proceso evolutivo. Los tipos
de materia más diáfanos que el de la materia física, reciben la denominación de
materia fluídica.
Las densidades, aquí
mencionadas, se refieren a grados de sutileza que definen, entre los campos,
condiciones diferentes de las que existen entre los conocidos estados: sólido,
líquido y gaseoso de la materia física.
Los diferentes campos de
manifestación de Fuerza son también designados por planos, mundos o dimensiones
espirituales. Y los
campos de naturaleza fluídica son denominados con frecuencia planos astrales.
La Fuerza en acción en los
diversos campos está limitada, en cuanto a la manifestación de atributos. Cuanto más
densos los campos, más acentuadas las limitaciones de la conciencia. Por esa
razón se evidencian relatividades en el entendimiento de los fenómenos vitales.
Consideraciones, por ejemplo, sobre tiempo y espacio, están relacionadas a las
peculiaridades de los campos. Las condiciones del Universo, no obstante,
permanecen las mismas. Lo que cambia es la capacidad de percepción y, por la
interpenetración de los campos, es posible, dentro de ciertos límites, expandir
la conciencia para percibir la naturaleza de los hechos en diferentes
dimensiones de la espiritualidad.
No se debe confundir los
campos de energía con la Fuerza, pues materia y energía son intercambiables. Las diferentes
formas de energía están en transformación constante, en constante
desagregación, yendo cada categoría para el estado que le es propio,
desagregado por la Fuerza Creadora, con la finalidad de componer cuerpos y
corrientes fluídicas necesarias en la dimensión física y fuera de ella.
La Fuerza mantiene al Universo
regido por leyes naturales e inmutables. Naturales, porque transcurren en una secuencia lógica
en el proceso de la evolución, e
inmutables, por ser absolutas, amplias, libres de cualquier dependencia o
sujeción. En ese sentido, no hay lugar para el imprevisto, para el acaso o la
duda, todo está encadenado y tiene su razón de ser.
Referente al espíritu: la
evolución se procesa a través de incontables existencias terrenas en cuerpo
humano, y sólo por medio de ellas el raciocinio se desarrolla en el amplio
camino de la espiritualidad, bajo cuya luz el misticismo pierde la forma, el
sentido, la significación, para dar lugar solamente a lo que el buen sentido y
la lógica admiten como verdadero, con fundamento en las lecciones aprendidas
durante la vida.
Fuera del campo de la
espiritualidad, que es inmenso e inagotable, jamás podrá alguien encontrar
respuesta para los problemas existenciales. La definición de Fuerza y Materia se sitúa, pues,
dentro de la lógica de los fenómenos síquicos ampliamente divulgados por el
Racionalismo Cristiano.
Los principios reunidos en
este libro encierran parte de las enseñanzas sobre la vida espiritual que están
al alcance de la comprensión humana, desde que el lector se interese,
realmente, por su estudio, sin dejarse influenciar por preconceptos e intolerancias
de cualquier naturaleza.
Dentro de estos principios
están las responsabilidades y los deberes del ser humano, que necesita
comprender bien para convencerse de que toda vez que infringe las leyes
naturales, retarda, inapelablemente, la marcha de su evolución.
Cuanto más segura, más nítida
y realista sea la comprensión de la acción del espíritu sobre el cuerpo físico,
es decir, de la Fuerza sobre la Materia, más deprisa el entendimiento del
sentido espiritual revelará al estudioso las funciones vitales de la naturaleza
universal.
Así siendo, sin conocer el
proceso de su propio desarrollo espiritual, sin
conocerse a sí mismo en su composición astral y física, no puede la
persona conducirse para el necesario aprovechamiento, de ahí resultando tener que
someterse, en obediencia a las leyes naturales que rigen el Universo, aunque
por libre voluntad y en duras experiencias, a una multiplicidad de existencias
cuyo número sería, de otro modo, mucho más reducido.
Alrededor nuestro, el mundo
físico revela, entre sus diversos componentes, gran cantidad de interacciones e
influencias. La
ciencia, en la tarea de identificar a las leyes que rigen esas interacciones y
entender la lógica subyacente a ellas, ha procurado congregarlas en un solo
principio que las unifique y las sintetice. El Racionalismo Cristiano, por otro lado, transponiendo los límites de
las consideraciones estrictamente materiales, nos explica que todo, en último
análisis, es consecuencia de un proceso evolutivo cuya tesitura es obra de la
Inteligencia Universal.
Tanto en la constitución de
los sistemas estelares como en la estructuración de las partículas atómicas, la
Fuerza Creadora actúa acorde a una línea
de acción constructiva en la que, gradualmente, se van acentuando las
vibraciones de la vida e intensificándose las manifestaciones de la
inteligencia.
La ciencia química, en sus
constantes investigaciones, clasificó más de una centena de elementos básicos
de la materia organizada, dando a la partícula fundamental de esos elementos el
nombre de átomo.
En el átomo, la partícula de
Fuerza apenas se torna perceptible por su manifestación vibratoria. Ya en los
microorganismos, además de vibración, revela acción intencional de movimiento.
Las partículas de la Fuerza
evolucionan, entonces, a través de transformaciones sucesivas de la materia
organizada, dándoles formas cada vez más complejas.
Así
pues, la Fuerza accionando en obediencia a las leyes evolutivas, utiliza
Materia en su estado primario, y, con ella, forma estructuras, realiza fenómenos
incontables e indescriptibles que escapan a la apreciación común, considerando
los limitados recursos de este planeta.
Por consiguiente, en el
Universo hay, solamente transformaciones de la Materia y evolución de la
Fuerza. Las
innumerables estructuras compuestas en combinaciones múltiples de partículas de
materia organizada se manifiestan en esas transformaciones. Composición y
descomposición, agregación y desagregación de estructuras son el resultado de
la acción mecánica de la vida.
Así, de cambio en cambio de un
cuerpo para otro más adecuado, va evolucionando la partícula de la Fuerza
Creadora, hasta alcanzar condiciones que le permitan, ya como espíritu,
evolucionar en cuerpo humano, en situación de ejercer el libre albedrío y
asumir las responsabilidades inherentes a esa facultad.
Como espíritu, encarna
innumerables veces, adquiriendo siempre más conocimientos, más experiencia,
mayor capacidad de raciocinio, más clara concepción de la vida, más
inteligencia.
El espíritu hace su trayectoria en este
planeta en condiciones apropiadas a su estado de adelanto, pasando en cada
encarnación a vivenciar situaciones que le proporcionen mayor progreso, hasta
terminar la etapa de evolución inherente a este mundo.
Por lo tanto, la Materia no
evoluciona ni posee atributos. Estos son exclusivos de la Fuerza, y se exteriorizan
en los diversos dominios de la naturaleza.
Los atributos que los seres
humanos demuestran, constituyen apenas un reducido número de aquellos que
pueden revelar espíritus más esclarecidos que, en virtud del mayor grado de
evolución, ya no necesitan volver a este planeta.
La persona que quiera profundizar
en la investigación de este importante tema, encontrará amplio campo para
desarrollar el raciocinio, fortalecer sus convicciones y concluir que, en el
universo fenoménico en el que vivimos, esos dos principios: Fuerza y Materia,
están en la raíz de todos los hechos y cuestiones existenciales.
Es importante recordar las
limitaciones del lenguaje para tratar del aspecto transcendente de la vida. Las
expresiones empleadas aquí son relativas, a falta de otras que mejor puedan
expresar una concepción de orden absoluta.
Fuerza
y Materia
Traducido al español por
Adelina González