El
espíritu es inteligencia, es vida, es poder creador y realizador. En él no hay
materia en ninguno de sus etapas de desarrollo; es, por lo tanto, inmaterial.
Partícula individualizada, así se conserva en toda su trayectoria que hace en
el proceso de la evolución.

En el
Capítulo 2 de este libro, titulado “Fuerza y Materia”, quedó evidenciada la
evolución de las partículas de Fuerza, desde su estado primario hasta cuando
adquieren suficiente desarrollo para incitar y movilizar un cuerpo humano.
Se da a
la partícula de la Fuerza la denominación de espíritu, desde que inicia el
proceso evolutivo en cuerpo humano, denominación que mantiene de ahí por
delante en su camino evolutivo.
En el
espacio infinito del Universo, en que la Inteligencia Universal vibra, sin
interrupción, acusando permanente acción conciente y constantes demostraciones
de vida, el espíritu se manifiesta por movimientos vibratorios en todas las
actividades.
Los
movimientos son irradiados desde un núcleo de Fuerza, que es el espíritu, en la
inmensidad de una esencia idéntica, que es el Todo, marcando el poder de
atracción que hace con que atributos de ese Todo converjan para el núcleo, desarrollándolo
y dándole mayor potencialidad.
Los
principales atributos del espíritu, inherentes al Todo, son:
Inteligencia
Raciocinio
Voluntad
Conciencia de si mismo
Dominio propio
Equilibrio mental
Lógica
Percepción
Sensibilidad
Capacidad de concepción
Carácter
● Inteligencia

La
inteligencia está por detrás del raciocinio, proveyéndolo de los medios
necesarios a su crecimiento. Ella dilata los horizontes del espíritu, es el
instrumento capaz de clarificar la mente del ser humano, proporcionándole mayor
discernimiento sobre la vida espiritual.

● Raciocinio
El
raciocinio constituye valioso atributo espiritual del que dispone el ser humano
para analizar los hechos de la vida y extraer de los acontecimientos las
lecciones propicias para su aprovechamiento.
El
raciocinio es como una luz proyectada sobre los problemas difíciles de la
existencia, para tornarlos claros y comprensibles. Además de orientar al
espíritu en el curso de su evolución, él es un poderoso instrumento de defensa contra
el convencionalismo mundano, contra el fanatismo, contra las mistificaciones de
cualquier naturaleza, que producen subordinaciones indicadoras de formas agudas
o amenas de avasallamiento.
● Voluntad

Es
común que las personas confundan voluntad con deseo, a pesar de ser, en verdad,
cosas diferentes. Cuando el ser humano es envuelto por un deseo inferior y
posee la voluntad suficientemente ejercitada, ésta interviene, domina y vence
el deseo.
La
fuerza de voluntad es la llama interior que conduce a la victoria a los que la
saben alimentar, mismo en las luchas más arduas y difíciles de la vida. Es el
resultado de una serie de sucesos alcanzados por el espíritu, con esfuerzo y
decisión, a través de sus existencias anteriores en cuerpo humano, y como expresión
de valor, una fortaleza indestructible para cualquiera.
● Conciencia
de si mismo

En
posesión de la conciencia de sí mismo, la persona procede con simplicidad,
imparcialidad y respeto a los semejantes, por saber que todos tienen un origen
común y hacen, sin distinción, el mismo curso evolutivo.
● Dominio
propio
El dominio propio asegura al
ser humano el control íntimo, evitando actos impulsivos y actitudes impensadas
que le puedan llevar a cometer desatinos, muchos de los cuales irreparables,
del que se arrepentirán más tarde, como sucede la mayoría de las veces.
La
persona necesita estar siempre alerta y vigilante, conciente que es fuerza
espiritual que vibra incesantemente, atrayendo y repeliendo. Corrientes
favorables y desfavorables a su progreso y bienestar llenan el espacio,
cruzándose en todas direcciones. De ahí la necesidad del dominio propio, para
no dejarse influenciar por irradiaciones adversas, procediendo, únicamente, de
acuerdo con su voluntad.
El
equilibrio mental proviene de la agudeza de los sentidos, del temperamento bien
ajustado a las realidades de la vida, de la serenidad, de la comprensión exacta
de las posibilidades y de la justa apreciación de los hechos.
La
calma, la serenidad, la moderación, las actitudes ponderadas, la reflexión, el
criterio y el buen sentido son cualidades reveladoras del equilibrio mental,
por medio del cual la persona, en el torbellino de la existencia terrena,
procede con mayor seguridad y se abstiene de la práctica de errores comunes.
Luego, el perfeccionamiento de ese atributo debe ser objeto de constantes
cuidados, pues él desempeña un papel de la más alta significación en el proceso
de la evolución espiritual.
● Lógica

Sin
perfeccionamiento espiritual, la lógica es imposible. Siendo así, ninguna afirmación podrá tener
bases sólidas si no fuere firmemente apoyada en ese importante atributo.
● Percepción

Íntimamente ligada al poder de
comprensión del espíritu, a su agudeza, perspicacia y sensibilidad, la
capacidad de percepción, además de eso, ejerce notable influencia en el terreno
de la observación, revelándole aquello que las conveniencias tantas veces
esconden.
Cuando la prudencia
interviene, cautelosa, en las resoluciones de una persona, es aún su capacidad
de percepción que le abastece de los elementos de decisión.
● Sensibilidad

Es la sensibilidad, además, el
instrumento de la alegría y del dolor: dolor que hace muchas veces – a la
persona desatenta, indiferente y distante del cumplimiento del deber - a
concentrarse en si mismo y despertar, para el cumplimiento del deber y comprender la
realidad de la vida.
● Capacidad
de concepción

Tanto
en las artes como en las ciencias, letras y todos los sectores de las
actividades humanas, la capacidad de concepción ocupa posición de inconfundible
relevancia. La formación de las riquezas le es debida, así como las
abnegaciones, los desprendimientos y las renuncias, por ser ella cultivada, por
lo general, en beneficio de la colectividad.
● Carácter

Los que poseen firmeza de
carácter dan siempre los mejores, los más admirables ejemplos de rectitud en
todos los actos de la vida.
Como resultado de la
combinación armónica con los demás atributos ya mencionados, el carácter revela
suficiente madurez espiritual y efectivas condiciones para la ascensión a la
clase evolutiva más elevada.
Los atributos del espíritu son
innumerables, aumentan y se desarrollan en razón directa al crecimiento
espiritual.
Espiritu
Por Luiz de Mattos
Traducido al español por
Adelina González