Pensamiento - Por Luiz de Mattos

El pensamiento es vibración del espíritu, manifestación de la inteligencia, poder espiritual.

Al alcanzar determinada fase evolutiva, el espíritu siente necesidad de dar expansión a sus conocimientos, de extender los horizontes de la inteligencia y fortalecer los principios morales que fuere perfeccionando en cada existencia.

Pensar es raciocinar, es crear imágenes, es concebir ideas, es construir para el presente y para el futuro. Es por el pensamiento que la persona descubre, esclarece, resuelve los problemas de la vida.

El espíritu imprime al pensamiento la propia fuerza de que está dotado. El pensamiento, como el sonido y la luz, también hace todo su trayecto en ondas vibratorias, quedando registrado a través de formas, en el océano infinito de la materia fluídica de que está repleto el Universo y que puede tornarse conocido de otros espíritus, desde el instante en que es emitido. Todo el proceso evolutivo queda grabado en ese campo de materia fluídica. De ahí, la imposibilidad de ser alterada la verdad en la vida espiritual.

Los pensamientos anteceden a las acciones. Así, todo lo que es hecho, todos los actos dignos o indignos son el resultado  de pensamientos también dignos o indignos. “Quien mal hace, para sí lo hace”, dice, con sabiduría, un axioma popular. 

                
Los pensamientos quedan ligados a su fuente de origen, mientras permanece el sentimiento que los generó. Crean condiciones promotoras de salud o de enfermedad, de alegría o de tristeza, de triunfo o de fracaso, de bien o de malestar.

Formando corrientes que se cruzan en todas las direcciones, los pensamientos tienen como fuente alimentadora a los propios seres humanos y a los espíritus desencarnados que los emiten. Muchas de esas corrientes son, además de enfermizas, muy avasalladoras. Con frecuencia, llegan hasta ejercer un predominio acentuado sobre las benéficas, por causa de la inferioridad de pensamientos y sentimientos en que está saturada la atmósfera fluídica de la Tierra. Pensando mal, el ser humano no sólo transmite, sino que también capta en la misma intensidad, quiera o no, pensamientos afines, y sufre efectos de los pensamientos maléficos. Esas corrientes producen los más serios daños como disturbios síquicos  y físicos.


Por lo tanto, la educación y el fortalecimiento de la voluntad tienen importancia fundamental en la acción de gobernar los pensamientos. Aprendiendo a fortalecerse con sentimientos repletos de valor, la persona creará en torno de sí una barrera fluídica de gran rigidez que los pensamientos maléficos de los espíritus obsesores no tendrán fuerza para quebrantar.

Temores e indecisiones conducen al fracaso. Ánimo resuelto para pensar y deliberar es condición que se impone. El pensamiento racionalmente optimista debe prevalecer, siempre y siempre, porque, cuando aliado a la acción, se constituye en una fuerza capaz de demoler los mas serios obstáculos. Pensamientos de valor y coraje, de firmeza y decisión, atraen vibraciones de otros pensamientos de formación idéntica, produciendo ambiente de confianza capaz de conducir al suceso.

La persona jamás deberá dejarse abatir. Un revés nada más significa de que un incidente pasajero. Debe servir para llamar la atención por algo que fue descuidado, o que le era desconocido. Muchas veces, hasta llega serle útil. De cualquier modo, siempre habrá una experiencia para recoger y una lección para guardar de cada fracaso que ocurre.

En la vida, nada sucede por acaso. Todo tiene su explicación, su razón de ser. Nadie puede aprender solamente con el éxito, pues también se aprende, y mucho, con el fracaso. La felicidad, la salud y el bienestar no serían tan deseados, si fuesen desconocidas la desgracia, la enfermedad y la miseria.

Delante de esto, nadie debe desalentarse. El lema es presentir el mal para evitarlo, para combatirlo, para destruirlo, y concebir el bien para conquistarlo, para atraerlo, para integrarlo en los hábitos y costumbres de todos los días.

La buena conducta refleja la acción soberana del buen pensamiento, que sobresale, por representar una fuerza motriz de prodigiosa capacidad para superar obstáculos. Esa fuerza del pensamiento varía con la educación de la voluntad. La voluntad débil anima el pensamiento débil, y, la voluntad fuerte, el pensamiento vigoroso. No es pues dando acogimiento a las vibraciones enfermizas de pesimismo, de desánimo, de malquerer, de envidia, de ingratitud, de odio, de venganza, de perversidad y de la indolencia que la persona se fortalece y resuelve sus problemas. Antes, entorpece la mente y se arruina con esas vibraciones.

El pensamiento se cultiva, se perfecciona y se fortalece por el poder conciente de la voluntad. Pensamientos fuertes son claros, firmes y bien definidos. Con mayor facilidad se concretiza un ideal cuando se sabe pensar firmemente y se pone en acción una voluntad repleta de energía.

Saber concentrarse en determinado asunto, dando alas a la imaginación con el propósito y el empeño de estudiarlo bien, de descubrir todas sus graduaciones, toda la multiplicidad de aspectos, todas las diferentes formas de interpretación, constituye ejercicio de excepcional importancia para llegar al dominio absoluto del objeto de ese estudio.

En todos los casos, sin embargo, el estudioso necesita ejercer severo control sobre sí mismo, para no colocar en la apreciación de los hechos, su simpatía, intereses egoístas, o la influencia de presunción y del convencimiento de que se encuentre imbuido, pues la falta de ese control, contribuye, invariablemente, para una visión deformada de las cosas, y acaba por llevarlo a conclusiones falsas.

Para ser constructivo, progresista, realizador y útil al Todo, el pensamiento precisa ser límpido, cristalino y libre de los desvíos espirituales ocasionados por el vivir sin método, por la egolatría y por la presupuesta infalibilidad de las opiniones que conducen al fanatismo de las ideas fijas.

Es común oír decir que la unión hace la fuerza. Nada más exacto, tanto en el sentido espiritual como en lo material. La influencia del medio es de suma importancia para el bienestar de la persona. Varios individuos de mala índole e inferior educación, ligados unos a otros y a terceros por pensamientos afines, producen vibraciones mucho más perniciosas de que las emitidas apenas por uno de ellos.

Por ese ejemplo, véase que toda persona debe saber prepararse mentalmente, siempre que tuviere que penetrar en cualquier mal ambiente. Esa preparación consiste en el pensamiento vibrado con sabiduría, elevación, conciencia y confianza en sí mismo.

Por la atracción de las Fuerzas Superiores, cuyo poder es infinito, el pensamiento emitido por persona mentalmente sana y esclarecida, crece en vigor, en la medida de las necesidades del momento, se amplía, se expande y supera cualquier corriente de pensamientos inferiores.

La fuerza del pensamiento tiene como medida el grado de evolución espiritual del ser humano, y, como límite, la capacidad que éste posee de utilizar sus atributos espirituales. Deberá ser siempre desarrollada con el objetivo de favorecer el bien común. Desde que el ser se desarrolle en la conciencia de sí mismo y se identifique con sus poderosas facultades latentes, encontrará en la fuerza del pensamiento el instrumento seguro y eficaz para la realización de anhelos y aspiraciones, y la protección de su salud física y mental.

La literatura médica registra innumerables casos de enfermedades graves cuyas curas, consideradas por muchos milagrosas, apenas se debieron a la acción espiritual de los propios enfermos y la atracción que supieron ejercer de las Fuerzas Superiores.

La sublimación del pensamiento traduce un estado de conciencia sensible a la evolución del espíritu y propicia la conquista de la felicidad interior y del bienestar proporcionado por esa felicidad.

La persona crea la imagen por el pensamiento y, sólo después, la materializa para determinado fin. Véanse las maravillas de la pintura universal. Obsérvese la riqueza, la grandiosidad de las obras que consagraron e inmortalizaron tantos y tantos maestros de las bellas artes, a través de los tiempos. Pues ninguna de ellas fue impresa en la tela sin que el pintor la hubiese concebido mentalmente en todos sus detalles.

Lo mismo sucede con el ingeniero. Antes de diseñar el edificio, la máquina, los proyecta en sus mínimos pormenores. Con el pensamiento en acción, primero idealiza el esbozo, después corrige las posibles fallas, hasta que la imagen de lo que va exteriorizar y materializar esté más o menos perfecta.

De toda obra humana, sin excepción, el espíritu creó la imagen por la acción del pensamiento, y, sólo después la materializó. Si así ocurre en la Tierra, mucho más en el espacio superior, donde el poder del pensamiento creador es incomparablemente mayor.

Evolución significa, por encima de todo, Poder Creador. Cuanto más evolucionado fuere el espíritu, más poderosos se tornan el pensamiento y la capacidad creadora.

Un espíritu en el inicio de la trayectoria evolutiva, por más nefasta que sea su actividad, no puede ultrapasar ciertos límites impuestos por la pobreza mental y del raciocinio de que es dotado. Ya un espíritu evolucionado, si fuese a utilizar los recursos de su inteligencia para el mal, podría causar obra verdaderamente devastadora.

El pensamiento vigoroso emana del espíritu fuerte, experimentado; en cada existencia bien aprovechada él trabaja, concientemente, para mejorar, todavía más, su personalidad síquica. Es en la secuencia de ese progreso que crecen el poder del pensamiento y la capacidad concebir, de crear, de realizar obras, cada cual más importante.

Si esto es posible en un mundo tan modesto, de tan reducida evolución espiritual como el nuestro, imagínese el poder extraordinario de realización de los espíritus altamente evolucionados, cuyas actividades son ejercidas en planos más elevados.

El gran repositorio de la sabiduría no está en la Tierra, sino en el espacio superior. Los progresos de la moderna tecnología no serían aún conocidas, si muchos de sus elementos no hubiesen sido transmitidos a los seres humanos por vía de la intuición, vale decir, por la fuerza del pensamiento, delante de la cual todas las distancias se anulan.

De las riquezas espirituales que el ser perfecciona en este planeta, asume papel de excepcional relevancia el pensamiento, de cuyo poder concentrado y englobante depende la racional solución de todos los problemas de la vida.
Pensamiento
Por Luiz de Mattos
Traducido al español por Adelina González